Seis menores agreden a una anciana

Cuando pienso en mi infancia en un pueblo costero gallego, en mi pandilla de amigos, recuerdo sucesos difíciles, el consumo de drogas de conocidos y algunos amigos que marcó sus vidas y oportunidades. Amigos que fallecieron repentinamente en accidentes de tráfico. Noches de fiesta y alegría en la playa o en el parque de San Roque queimada y fiesta.

La adolescencia ese lugar, fue más un lugar que un espacio de tiempo, al menos así lo vivíamos, un lugar de cambios de experimentación, de complicidad, nos ensoñábamos en futuros fantásticos o deseados.

Pero no recuerdo a nadie faltar el respecto, lo de agredir a una persona mayor ni de broma. Una persona mayor, la conocieras o no, te conociera o no, sabías que el ser mayor les otorgaba un estatus de respeto, reconocimiento y merecedores de apoyo y ayuda incondicional. Quien no recuerda esa ventana con vistas al lugar de quedada, esa ventana oscura en la que el visillo oscilante ocultaba la cara que nos observaba mientras jugábamos, sabíamos que señora era, «la abuela de …..», pero no le decíamos nada, saludábamos para que dejara de observarnos, no nos gustaba claro, pero no se nos ocurriría increpar, insultar o ejercer cualquier otro tipo de violencia. Si caminando por la calle molestabas a alguien, tropezabas, invadías su camino de paso, rápidamente nos disculpábamos, y sí, en algunas ocasiones, nos increpaban por «brutos, maleducados….» pero aunque no estábamos de acuerdo, no ejercíamos violencia alguna. Hoy que ya somos adultos continuamos haciendo lo mismo, claro.

Hoy, como otros días, me tropiezo con muchas noticias de violencia, bombardeos sobre esqueléticas ciudades inútiles para dar cobijo y protección a la población, mientras siguen cayendo las bombas sobre niños, niñas, hombres, mujeres y hospitales. Otra noticia me cuenta que dos niñas se inmolan en un mercado. Adultos abusadores de menores y de mujeres. Jóvenes que se enfrentan a otros jóvenes con violencia letal. Un joven mata diecisiete personas, quince compañeros y tres profesores, con un arma de asalto. Es imposible no asomarnos a las noticias y notar que la violencia casi suena «normal» apenas nos produce sorpresa ¿Qué está pasando? Estamos conviviendo con ella, la estamos inhalando, olfateando, observando ¿quizá podamos formar parte del problema de la normalización de la violencia en nuestros niños, niñas y jóvenes?.

«Seis menores agreden a una anciana con un monopatín en Logroño» la noticia nos dice que le causaron una contusión leve -uff vamos a quedarnos ya tranquilos no fue nada- me imagino que alguien lo pensará así, se anestesiará al pensar, justificar, quitar dolor, miedo, sorpresa, daño moral y emocional, pero una persona de edad avanzada ya no caminará con la misma seguridad por la calle, ha dejado de ser una persona que libremente pueda solicitar al que le molesta que deje de hacer eso, porque la violencia la ha golpeado con un monopatín.

Cuando pensaba en monopatines me acordaba de Ignacio Echeverria, el «héroe del monopatín», la violencia de unos críos han ensombrecido ese recuerdo, por supuesto perdurará el mejor de los recuerdos y me quedará siempre la sonrisa para «El Héroe del Monopatín».

8 respuestas a «Seis menores agreden a una anciana»

  1. Extraño tiempo este en el que los chicos, las chicas, ignoran lo que es digno de respeto y lo que no.
    Algo irreparable hemos hecho en la cabeza de nuestros hijos si no les hemos enseñado a venerar a sus mayores. Lo van a pagar los mayores que pierden la sensación de seguridad de la que tan bien hablas. Y lo van a pagar ellos mismos, que no sabrán infundir en sus hijos esa misma manera de estar en el mundo y, por lo tanto, no sabrán ganarse su respeto.
    Alguna cosa estamos haciendo muy mal.

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