Me he tropezado con una frase «Necesitamos buenas personas, inteligentes nos sobran». Lo leí como una frase más de esas de psicología positiva, eslogan de cursos de liderazgo o algo así, pero horas más tarde resonaba en mi cabeza.
Han pasado unos días y continúo dando vueltas a esa idea de «Necesitamos buenas personas, inteligentes nos sobran» sigue resonando, un eco que me empuja a una realidad compleja ¿A caso no lo son?¿Inteligente es sinónimo de malo?

Hay momentos en la vida en los que mantener la idea de buenas personas nos resulta mucho mas difícil. Sin dudar este es uno de esos, porque cotidianamente nos muestran imágenes de migrantes hacinados en la cubierta de un buque, eran náufragos. Un joven se lanza desde un quinto piso, cuando aceden a la vivienda descubren a su pareja muerta, violentamente. Jóvenes que violan en grupo proliferan por diferentes poblaciones, se jactan. Desaparece un glaciar por primera vez en la historia, depositan una placa con mensaje para generaciones futuras ¿habrá?. Trump quiere comprar Groenlandia. Detienen a un grupo de adultos por abusos a menores. Gran Canaria arde por los cuatro costados y el fuego engulle el Parque Natural de Tamabada, investigan si ha sido provocado, un resquicio a la esperanza de que esta vez no.
En una época en la que esas noticias son lo habitual, no lo excepcional, el repique de la frase se hace más y más intenso «Necesitamos buenas personas, inteligentes nos sobran» es casi un mantra. Entonces comprendo dónde está mi malestar, en que lugar recóndito de mi víscera estaba agazapado creo firmemente que las personas inteligentes también son buenas personas, necesito alejarme de la dicotimización que nos rodea.
Conozco a muchas personas inteligentes que son buenas personas, conozco a otras menos inteligentes y también buenas, hay algunas nada inteligentes y malas personas, algunas inteligentes y también malas; pero creo que las personas inteligentes son necesarias. El problema desde mi punto de vista no está en lo inteligente que se es, está en cómo hemos aprendido a utilizar la inteligencia, las habilidades, nuestros potenciales, pulir nuestras dificultades y caminar con todo en la mochila.
Sospecho que una persona inteligente lo es mucho más, si es buena persona. Sospecho que la frase no estaba pensada para generar mi malestar… o quizá sí.
Asociar la inteligencia o el conocimiento a la maldad y la bondad a la inocencia es una vieja práctica cristiana tan falaz como el cristianismo mismo.
Un tonto puede ser bueno o malo, pero no deja de ser tonto y yo prefiero cien pillos.
Una persona inteligente aporta, sugiere, hace reír, conversa, te sabe valorar, desarrolla, hace criterio…
Y de ese que dice que inteligentes tiene muchos, yo sospecharía: o no son tantos, o el tipo no es tan listo.
Un beso enorme.
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Pues eso, que malestar me generó la frasecita…. Jajaja no muy listo no es, el tipo o el momento…
Un abrazo
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