Confieso que en mas de una ocasión me retrotraigo a aquella tarde del 28 de junio de hace siete años, siento la copa de cava con la que brindamos la formalización de nuestro estado civil.
Recuerdo los olores, nuestra mutua sonrisa, las emociones y el brindis por un futuro lleno de felicidad, como los trece años que precedieron. Como testigos la familia y amigos. Una tarde noche, un pelín fría sí, pero llena de sonrisas y felicidad. Formalizamos con el intercambio de alianzas el compromiso preexistente desde aquella tarde de julio del 2001 paseando por la playa de Alicante.
A veces me dices que lo mejor para mí sería dejarte, porque tienes muchos «agujeros», la respuesta es la misma de hace veinte años, no existe un lugar en el universo en el que prefiera estar, quiero habitar en tu abrazo, caminar con tu mano entre la mía y recoger mi dolor cuando tropiezo con tu sonrisa.
No cambiaría nada de lo vivido, no retrocedo un solo paso, sigues siendo mi lugar favorito del universo y estoy dispuesta a caminar a tu lado todos los pasos que nos queden por descubrir, cada vez que el Alzheimer borre mis palabras las reescribiremos una y mil veces mas.
Siente mi mano, porque yo no podría vivir sin la tuya.
Como rezaba en nuestra invitación: <<Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida.>> P. Neruda
Siete años. Aquel junio. Yo también me acuerdo. Frente a vosotras. Yo veía lo que nadie más podía ver.
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Sí, te confieso que de vesz en cuando te releo.
Un abrazo enorme!!!
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