Me atropelló, pasó sin más.
Necesitaba estar y al mismo tiempo poder correr. Caminar con sigilo y brusquedad. Reconocí mi vacío en su mirada vacía también.
Entonces fué.
Ahora aferro trozos pequeños de nuestra inmensidad. Adoro esos besos lentos, suaves, que parece que roba al olvido. Para de pronto volver a caminar.
Vacío el espacio antes compartido, para poder habitar, ahora ya sola, este nuestro hogar. Lleno de pasados y futuros ensoñados.
Arde tanto el dolor, como calma el abrazo compartido de cinco a ocho o de once a una.

😦
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Querida Cuqui, mil gracias por tu relato. Vuestras vivenvias juntas son un tesoro que tendrás para siempre, y también Estrella, a su modo, pero ahí está. Todo mi cariño😘😘
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Charo! Gracias por tus palabras y por todo el apoyo que me estás dando en un momento tan complicado. Abrazos
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