
He estado preparando tu hatillo, me resisto a llamarlo maleta. Las maletas durante veinte años han sido cosa de dos, ahora marco y coloco, los enseres que me han reseñado imprescindibles, en tres folios, con membrete oficial y el cariño de Isabel en las manos. Mientras tú, vagabas alrededor en esa otra realidad que ocupa tu mirada, ese lugar en el que intento colarme, pero no.
Repaso con ojos tristes los bultos, poco me parece para un inicio. Pongo música, deambulo por este nuevo hogar en construcción, antes compartido. El costado sigue sangrando, un poco menos, solo un poco.
Comienzo a hablar en voz alta, sé que no estás, pero no importa, me acompaño. He intentado entender o comprender el motivo que me ha llevado a estar aquí, mientras mi mirada vaga y junto a los bultos del hatillo, me sorprendo colocando amor infinito, enormes ganas de verte y poder, quizá, robarte un achuchon.
Todo lo compartido bello, intenso y mágico del pasado me da fuerzas para afrontar este intermitente futuro a tu lado.
Te añoro, en cada rincón de la vida que fue y sospecho que también en la que será. Cierro las cremalleras y volveré a tu lado, para disfrutarnos a ratos y acompañarnos en silencio.
Precioso! Escribes muy bien aunque yo lea muy mal.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pero que boba, leerlo delante de mí, tampoco es fácil…
Gracias por estar ahí.
Me gustaMe gusta
¡Oh!
Qué fuerza. Cuánta pena. Revivir.
Me gustaLe gusta a 1 persona