
Hoy me siento confusa, alegre por volver a oír tu voz, con ella vuelve el falso anhelo de retornar a nuestra casa juntas, lo sé.
La Tía me acaricia el brazo, cuando susurro el deseo imposible.
He vuelto a sentir tu mirada y a ti, pese al maldito Alzheimer, me sorprendo mirándote cuando alzas los brazos y comienzas a bailar. Sonrío espantando sombras pegajosas.

Agradezco el momento ganado, alejo el pensamiento de lo perdido, en lo que ya fué para no volver, en lo que fuimos.
Sencillamente sonrío y lleno mi alma con la esperanza de los que vendrán.
He sonreído sin dolor por el nosotras ni por la pérdida de momentos imposibles de repetir. He sonreído imaginando que volvamos a bailar, que nos miremos y, de alguna forma, nos volvamos a conocer.
He logrado alejar la soledad, pese a estar sola. He dejado de luchar batallas en una guerra perdida. He decidido caminar a tu lado no por tí, sino por mí. Haces magia y yo quiero estar más que nunca cerca de esos momentos que hoy nos has regalado.
Puede que ahora, en este instante, mis ojos se nublen por las lágrimas, un dolor siempre me acecha desde ese lugar cada vez menos lúgubre, menos grande, menos presente. Espero que juntas, podamos espantarlo para siempre.