He oído como tu voz pregunta por mí.
He visto como tu mirada se alegraba y tus labios me volvían a besar.

Tu sombra en la pared del salón, no está, vagabundeo por los viejos cuadros recién colgados. Solo un plato, solo una copa de sauvignon blanc.. nos sonrío.. casi puedo recrear tus ojos.. quiero contar a tu sombra que ha sido una semana difícil, pero no, no está.
Como cuchillas, la rabia y el hastío se clavan en mi espalda para recordarme que tengo que dejar pasar el dolor y acariciar el hielo que deja a su paso, para regar recuerdos más amables.
Recupero la sonrisa.
Estoy agotada, dormiré y descansaré para acudir mañana a tu encuentro, mirarte y sentir que la humanidad reside en nosotras, más amable que nunca.