Aquí nos tienes, aquí estamos para cuando puedas, ruda o amable, triste o alegre, feroz o abatida da igual, aquí estamos, mi niña.
He visto cómo temblabas cuando por fin comenzaste a abrir esa coraza de hielo y hierro. Te abrazo e intento que te sientas segura, mientras sollozas de dolor.
Te empieza a tocar la vida, para lo bueno y también para mirar por fin a los ojos al miedo. Cómo intentar que abandones la coraza sin que te deje descarnada y rota. Intentaremos estar a tu lado, silentes. Intentaré mitigar tu miedo, arraigado y profundo, que te sostiene desde hace tanto tiempo siendo tan joven.
Dinamitemos el cauce del río para que puedas construir senderos nuevos, mas seguros y libres. No podremos borrar lo vivido, tampoco cambiar lo que ya fue, pero si nos dejas, intentaremos que seas más libre, más amable contigo para dejar a un lado del incipiente sendero el miedo y la coraza.

Conozco ese dolor, no igual, pero urge impedir que se vuelva a soldar la coraza, iremos poco a poco, permitamos que entre el aire, que aceptes que es posible lograrlo. Paso a paso, día a día.
Espero que no te huyas y que nos dejes estar, hasta donde tú puedas, hasta donde tú quieras. Seguiremos sin soltarte.