Bisturí

No, no lo vimos aparecer. Era imposible detectar que el bisturí había tocado esos filos invisibles de tu cerebro, arrancó, deshiló con precisión la historia que tejiamos juntas desde hacía más de veinte años.

Intenté sostener los hilos quebrados, luche para unir la trama, mientras la urdimbre de tus ojos sonreían despacio y tus labios besaban los míos, mi abrazo y el tuyo dibujaban un infinito.

Luché por convertirme en lago y tus golpes en hondas infinitas, jugando con la superficie, no fue posible por mucho tiempo, llegó el desgarro, el dolor de tu presencia ausente.

Hoy al dormirme recordaré, como hoy mientras tus ojos estaban relajados y dormidos, al acariciarte me miraste y dijiste «cuanto te quiero» y me sonreíste, mi dulce Estrella emergió de pronto, por un segundo fuimos aquellas, de nuevo.

Caminar a tu lado y en silencio, se me hace extraño el consuelo de tener tu mano en la mía, pero así, paso a paso compartir contigo el calor del sol, el paso del tiempo, lo usaré para calmar el inmenso dolor que la pérdida constante. Quiero un milagro que no viviremos, pero soñar amor, es lo único que el Alzheimer no me puede impedir.

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