Busque las filigranas que dibujabamos en el aire con nuestras manos, como la danza de aquellos. Ya no quedan estelas.
Me asomé al borde del embozo, de nuestras sábanas, resbalé dentro y corrí a un rincón sin ganas de salir, adormecida y silente.
Intenté mantener la esperanza, pero voló. Cerré con fuerza los párpados, la negrura me embargó desde el dolor más secreto.
Caminé por el silencio, salvo por algún maullido, a oscuras, sentí el aplastante recuerdo de tu ausencia.
Tropecé con algo enorme que no podía reconocer, indagué buscando la figura que me dijera que era. Me alejé, eran restos de nuestro futuro.
Desperté y fui a tu lado, agarre tu mano y comencé a respirar de nuevo. Empecé a sentir que quizá llega ya la primavera.
Volveré a perder la mirada persiguiendo mariposas que dibujan filigranas, robaré sus estelas para hacerlas nuestras.