
Te he abrazado, mientras tu dolor,
heló mi corazón.
El abrazo nos tambalea y tus ojos se cierran,
aferras la imagen de tu hijo.
Tu lamento, letanía oscura,
me acompaña desde esa tarde de jueves.
Te volví a abrazar, intentando contener
la embestida de tu dolor,
fracasé.
Dejé de enjuagar tus lágrimas,
huí, para enjuagar las mías.
Susurro un “cuidádnosla”.
¿Tan duro, mi vida?
Me gustaMe gusta