
Cierto, quizá sea como decís, quise creer en su compromiso en sus mentiras, quizá les creí como personas honestas, sinceras y consecuentes. Herré no lo erais, estabais embestidos de máscaras falaces.
Fue cuando la deslealtad embistió el bienestar y el cuidado, entonces te das cuenta de la certeza de las voces que susurraban “van disfrazadas” “son egoístas” y “embusteras”.
Por suerte, el peso del derrumbe de su conciencia traicionada, mostró al desleal.
¡¡Zas!! Ahí estáis sin máscara ni disfraz, en un lugar obsceno, pegajoso y oscuro para siempre.
Los éticos, los que mantienen su compromiso y sus principios, somos afortunados al saber dónde estáis y quienes sois.
Tabla rasa.
Otro comienzo.
