
Así, como sin darnos cuenta nos sorprendemos redibujando las viejas fotos de recuerdos manoseados, reimaginados con el paso del tiempo.
Lápiz en mano marco y remarco los trazos desteñidos, quizá por si nuestra mirada inquieta pudiera guardar las emociones que nos empeñamos en atesorar y reconstruir. Intento fútil de crear un dique en el que despistar al dolor y que no nos atrape.
Lo hace.
Tengo miedo.
Temo descubrirme abrazando el vacío, que ha permitido que la desmemoria haga que yo también me desvanezca. Lo hará.
Mientras, mis ojos siguen sumidos en la oscuridad y abrazo el vacío inerte de nuestros sueños.