Me siento perdida, piso firme y avanzo en la reconstrucción de estas paredes testigos del nosotras. Cuando me quedo conmigo misma, observo mis manos vacías y el dolor invade el tuétano de mis huesos, al no poder coger las tuyas.

Necesito contener el aliento, por ahora sé que no habrá un hogar sin ti. Mi hogar sigues siendo tú, nuestro futuro se ha desdoblado, cada una en su realidad, de algún modo más lejos o quizá mas cerca, nos sentimos pero no coincidimos. Me resisto a creer que todo se acabó solo porque no compartamos la misma dirección.
Tu eres y serás mi hogar, me sorprendo redecorando, organizando y repintando el espacio antes compartido, convencida de que podré volver a compartirlo contigo, aunque sea un ratito, de cuando en vez.
Volver a tu lado y cobijarme en tu abrazo, lo añoro infinitamente. Porque no nos ha dado tregua esta enfermedad, no hace rehenes. Hoy intentaré robarte un abrazo, de cinco a seis, y casi sentirte.